miércoles, 9 de septiembre de 2009

Competitividad en México, diez minutos bajo el agua

¿Es el fracaso la consecuencia lógica de las acciones irresponsables y aleatorias? o ¿Es la causa que dispara el pensamiento y la consciencia de los seres humanos? Venimos a la universidad para aprender a como no queremos ser en la vida, a volvernos tolerantes y resistentes a la frustración.
Encontramos de manera voluntaria o involuntaria inspiración para emprender proyectos, nacen nuevos sueños, se enriquece la visión y los ojos se perciben más grandes. La realidad es que educamos el ego, pues no creo que ningún alumno universitario, al menos en mi carrera, incluyendome a mi, retenga en su esfera de conocimiento más del 30% de todo lo que "aprendió".

Sin embargo de nuestras bocas emanan tantas y tantas palabras, la gran mayoría mal estructuradas y mal empleadas. Somos el triste futuro de un país que cada día se vuelve más carente de esencia. Nuestras tradiciones se vuelven plásticas al mismo tiempo que pierden calidez. Los pocos conceptos que ostentamos son, si bien no va, plagiados de texttos económicos, en el peor de los escenarios, suplantando las opiniones tendenciosas de algún, pseudoperiodista.

No podemos ser competitivos porque no entendemos que significa eso, no podemos ver más allá de nuestros propios intereses, y eso no se llama competencia, se llama egoismo. No veo en nadie un nteres genuino por la gente. Seguramente existirán y existen honrosas excepciones que su capacidad rebasa mi pesimismo y entendimiento, y gracias a esas personasconsicentes y civilixadas este barco no se ha hundido. Desgraciadamente no conozco ninguno.

El imbecil se sube al trono y se disfraza burdamente de monarca, los demas imbeciles le aplaudimos mientras el orgullo desborda de aquel ignorante. La condena de los hombres radica en su ignorancia y su pereza, su única salvación son la voluntad, la consciencia y el esfuerzo.
Ya va siendo tiempo de gritar, de arrancarnos la carne rosada que ya se está pudriendo sobre nosotros, seguir viviendo de rodillas y sin siquiera notarlo, nos está conduciendo a la locura. Y nos condenará a ver las cosas en las que creemos o creíamos completamente en cenizas. Y tal vez ahi radica la situación, es muy posible que la apatía y la falta de objetivos que busquen lo esencial ha derivado a que nada realmente valga algo.

Somos como animales bipedos y ciegos, que creer querer cosas, pero en realidad sólo quieren sentir algo entre sus manos, no amamos sino que necesitamos. Es probable que no tenga sentido cuestionarme sobre algo que ya sabía.

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