Siempre llega ese tiempo del año en que vuelvo a sentir enamorarme. De repente toda la ilusión y el deseo de una vida distinta se dibuja en el cielo y en el tiempo futuro, las sensaciones se detallan, se sobrecargan de significados, los colores brillan, se va el cansancio y el dolor. Luego vienen los sueños. Se mezclan mis deseos con las más puras alucinaciones que veo, palabras, personas, lugares, comentarios y situaciones que se parecen a lo real, pero no lo son, siempre opino que podrían serlo.
Percibo tantos deseos en las personas pero sobre todo, los percibo en mi. No entiendo por que soy tan egocentrico y sigo construyendo ilusiones que me separan de la realidad de las personas.
Pero más duro que entender esta diferencia entre la realidad y la mentira de mi mente, es tener que afrontar dicha desilusión y embarcarme en ese amargo y silencioso camino del desenamorarme. Siempre duele un poco más que la última vez, siempre me siento un poco más imbecil que la última vez, cada día pasa más tiempo entre un amor y otro, pero el dolor sabe a lo mismo, la decepción es siempre igual de ambigua, la incertidumbre de pensar que es todo eso que estoy haciendo tan mal.
Lloraré, lloraré en silencio, lloraré mientras sonrio y mientras hablo de lo que todos hablan todo el tiempo. Me quedaré sentado en el mismo lugar en que me siento desde hace 4 años que perdí lo más cercano a un amor de verdad. Escribo porque ya nadie me escucha, porque ya nadie me cree que siento, porque consideran mis intentos son una vana necedad, un reflejo de mi inmadurez y de mi falta de apertura por aceptar consejos. Todos entienden que lo que hago no puede ser y por eso no conduce a ningún lugar nunca. Yo pienso distinto.
Pero más que el dolor o la soledad, peor que el corazón roto o el sentimiento de fracaso, es volver a mirar esta triste realidad sin ilusión alguna, sin la esperanza de sentirme otra vez acompañado. Sensación desertica en el camino que está lleno de otras personas.
Es el momento en que me arrepiento de haber querido, de haber deseado y de haber pensado que algo era posible. Miro las palabras, miro los momentos, miro las fotos, y me siento ridículo por haber intentado, me rompe el corazón mi propio actuar y prefiero mirar para otro lado. Nadie lo ve, nadie lo recuerda, nadie lo sabe, no existe, ya no esta.
Hasta la próxima ocasión.
jueves, 13 de junio de 2013
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