viernes, 4 de abril de 2014

4 meses en Dubai

Han pasado ya muchos días desde que deje mi país de origen y que vivo en este lindo apartamento en Sport City, Dubai.

No ha sido facil, la vida acá es distinta y el día a día es también muy distinto en términos generales. Sin embargo cada día que pasa esto se parece más y más a la vida en cualquier lugar.

Extraño mucho a mis amigos, a mi familia, a mi ciudad, la comida, las tortillas, el olor, las calles de la ciudad, las bicicletas, las fachadas de la Condesa y las chicas hermosas de la colonia Roma.

Extraño que mis amigos me lleven a lugares extrañísimos a comprar plantas medicinales ilegales de calibres insospechables. Extraño mi estudio, mi computadora enorme y editar los videos que había grabado en la semana. Despertarme y tomar la bicicleta para ir a la oficina y después desayunar en una de las tantas opciones que tenia a unos pasos de mi lugar de trabajo.

No extraño el aroma del metro, ni su calor. No extraño las caras depresivas del 80% de los que ahí viajan y tampoco extraño la sensación incomoda de transpirar el sudor de otros.

No extraño los peseros, ni las calles llenas de basura. Extraño las semillas enchiladas que venden de 5 y de a 10 afuera de cualquier metro y extraño que exista un local a cada paso que das en cualquier lugar que te encuentres.

Pero que más da lo que extrañe. Si algo me ha quedado claro que es nada existe. Todas estas cosas difícilmente las veía cuando estaba allá en DF, caminaba tan apurado pensando en todas esas cosas que eran tan importantes y que hoy no puedo ni recordar...

Hace una semana estuve en San Francisco, California por temas de trabajo. Aunque ya conocía la ciudad, siempre es un placer caminar por esas calles y escuchar esas historias de las miles de personas locas que viven allá. Volver a fumar fue un placer que no puedo describir con palabras. Siento que me conecté con una parte de mi que no viajó a Medio Oriente, una parte de mi que esta creciendo como una semilla entre la tierra de mi continente americano.

Volví a sentir placer por caminar las calles, por buscar sin encontrar nada en particular y de increíblemente cruzarme con conversaciones y emociones que no me acordaba como se sentían. Y como dije antes, sé que no existen. Todo aquello que no se captura en imágenes resulta imposible siquiera describirlo, como puedo hablar del amor que se metió en mi pecho y que no se ha salido hasta ahora cuando por más que me miro en el espejo yo estoy acá y ya no entiendo de lo que hablo.

He perdido la confianza en lo que mis sentimientos se esfuerzan en reforzarse para sí. Pero tampoco los juzgo, es más, les agradezco su tenacidad y su absoluta carencia de miedo para lanzarse al precipicio una y otra vez sin cesar desde hace ya más de 27 años. Ellos son lo más auténtico que me queda de esta personalidad globalizada que me adorna.

Ni mi lengua esta exenta de esta violenta transmutación que ahora gracias a la influencia argentina está sufriendo a últimas fechas mi lenguaje, al menos mi esencia sigue inmutable... Como si yo tuviera que ver algo con eso.

Dubai es una puesta en escena que se sostiene con pinzas detrás del escenario en donde nadie mira el esfuerzo de quienes con sus vidas hacen posible el desperdicio más elegante de la historia.

Honestamente me he llegado a encariñar con esta tierra y estando en tierras lejanas tuve el genuino sentimiento de extrañar volver. Ahora estoy aquí, sentado frente a un ordenador que no es mío, escuchando música de un paisana y pensando en que demonios hago aquí, pero no aquí Dubai, sino aquí en esta vida.

Apreciable lector si este texto hasta el momento le ha parecido melancólico, por favor no se confunda. La realidad es que hay una parte de mi que se ha muerto para siempre, puedo ver una capa de mi corazón caer al piso para mostrar el nuevo y recién cubierto artefacto que se encargará de proveerme la fuerza física y emocional para seguir descifrando esta división de 4 cifras que se llama existencia.

No hay mucho que decir, la vida acá es igual que en cualquier lado, tan costosa como en cualquier ciudad promedio del mundo, la experiencia social es tan rica como en cualquier ciudad en donde se entrelazan más de 3 nacionalidades en mismo recinto.

Pero ahora se levanta una esperanza en mi, y de ella me valgo para sonreír y luchar como si no tuviera miedo a la muerte.

Afortunadamente hay un misterioso poder que emana de mi y que tiene la capacidad de influir en las demás personas, y si bien aún soy sumamente vulnerable al contacto con otros seres humanos, en esta interacción encuentro mi vocación, mi placer y mi proyecto de vida.

Tengo la sensación de que la vida es un proceso más largo del que puedo vislumbrar, pero del que inevitablemente seré silencioso testigo durante todo su transcurso y a través de su extinción.

Un día veré a la vida salir de mi cuerpo a través de mi último aliento, pero antes de eso hay muchas exigencias universales que se me han encomendado. Y confieso que las cumpliré con mucho placer y pasión.

P. S. Hong Kong está increíble!

Para ver imágenes del viaje pueden entrar a: www.dfproducciones.org


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