viernes, 3 de junio de 2011

Morir por amor

Cuando Romeo y Julieta murieron de forma trágica por el amor que sentían, creo que pensé que era ridículo, pero entendiendo el concepto antiguo de felicidad, fue la mejor manera de conservar su amor para siempre.

Si morimos en absoluta plenitud la sensación de eternidad será eterna, inmaculada. Los seres humanos tenemos esta triste idea de perdurar, de vivir muchos años de envejecer y morir, pero...

¿No es acaso una fruta más fresca y colorida, cuando se encuentra en su etapa más viva? No es el ser humano en la tierna flor de su vida cuando es más bello, puro y deseable que nunca?

Y todo lo demás nos lo inventamos para justificar lo que queda, una vez que esa frescura se ha ido.

Y entonces nos llenamos de riqueza, de flores de bienes y de ideas, de aire de grandeza y de vanas intelectualidades, que sólo nos hacen lucir solemnes y orgullosos de estar marchitos y viejos.

Pero todo sigue girando alrededor de esa belleza, de ese rostro angelical y puro que tiene la juventud, ese brillo en los ojos, ese sabor dulce de la piel, esas lágrimas inocentes y ese momento único que mira con ternura los ojos curiosos, y que invariablemente todos poseemos alguna vez.

Y en el recuerdo de ese instante mágico podemos envolver el resto de nuestras vidas y en ese momento único ponemos todo el valor de nuestras vidas, y es entonces y ante la luz de dicha reflexión, que no suena tan ilógico...

Morir por amor.

(hubiera muerto cuando aún podía)

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