Aunque tomaré como base el Segundo tratado
sobre gobierno de John Locke como fuente principal para el siguiente ensayo,
quiero describir de manera general el pensamiento con respecto al absolutismo,
a la sociedad y al gobierno en John Locke. Así mismo por medio de su obra hacer
notar el valor de la misma como una fundamentación cuasi universal sobre los
principios que deben regir la convivencia social, la política y el ejercicio
del poder, la participación social y la importancia de la razón como rectora
del bien común.
Si bien dichos conceptos en sí mismos son
complejos y profundos, el trabajo de John Locke no es un trabajo terminado, y
no porqué propiamente no esté terminado, sino porque dichas nociones se pueden
únicamente construir a través del tiempo, de la madurez de la sociedad en su
conjunto, de la eficiencia y honestidad de los actores políticos y del
ejercicio responsable y participativo de todos los miembros de la comunidad.
En el siglo XVII y XVIII hablar de gobiernos
absolutistas era común entre las personas y de hecho aceptarlos y vivir dentro
de ellos también era una práctica común. Lo que no era común era denunciarlo,
enumerar todos los sinsentidos que dicha acumulación de poder implica y proponer
un sistema igualitario basado en la razón como rectora de la convivencia y la
justicia.
Todo gobierno existente es únicamente producto
de la fuerza o de la violencia
Antes de continuar explicando la cita anterior hay dos conceptos que quisiera
definir en mis propios términos para poder entender mejor la interpretación que
presento en este ensayo y son:
- ·
Estado
de naturaleza, y
- ·
Estado
de guerra
Por estado natural podemos entender al hombre
antes de estar inserto en cualquier tipo de sociedad, es un estado ideal e
hipotético que sirve para ilustrar y colocar en algún momento al hombre previo
al hombre dentro de la sociedad.
Por estado de guerra al momento en que nada
impide a los hombres actuar de manera impune los unos sobre los otros limitados
únicamente por su propia necesidad y fuerza.
En un estado natural, Locke entiende que todos
estamos en un estado de guerra puesto que todos los hombres actuarán de la
forma que mejor convenga a sus intereses y necesidades.
Con base en lo anterior, Locke afirma que los
seres humanos deben valerse del intelecto precisamente para sobrepasar dicho
estado de naturaleza, y dado que somos seres que tendemos más a asociarnos que
a segregarnos basándose en la propia experiencia del desarrollo de las
sociedades, propone un acuerdo tácito al menos en principio, basado en la razón
y en el mutuo derecho de satisfacer las necesidades de cada individuo.
¿Cómo voy a poder aspirar a ver satisfecho mi
deseo si yo mismo no me cuido de satisfacer ese mismo deseo que sienten
indiscutiblemente los demás hombres, que, por ser de indentica naturaleza,
tienen que sentirse tan dolidos como yo de que se les ofrezca algo que repugne
a ese deseo?... me impone el deber natural de consagrarles a ellos plenamente
el mismo efecto.
Esto implica un trabajo de todos los miembros
de una sociedad en la construcción de una institución de poder que sea a la vez
el motor encargado de garantizar derechos y protección a todos los miembros de
una comunidad.
Locke afirma que mientras el poder se concentre
en una sola persona o un grupo reducido de personas provoca en la mayoría de
los casos, sino es que en todos los casos, la injusticia y el ejercicio del
poder sin argumentos razonables, anteponiendo ante todo los intereses de
quienes detentan el poder. Lo anterior por el hecho de que la concentración del
poder conduce a vicios y excesos, injusticias y violencia.
Así mismo Locke propone que si el estado no
provee garantías y actúa con corrupción se está en un estado de guerra. Los
hombres juegan con parcialidad y anteponen sus propios intereses. Ahora bien,
yo desearía que quienes hacer esta objeción, tengan presente que los monarcas
absolutos son únicamente hombres.
Y no olvidemos que los monarcas son sólo hombres.
Frente a lo anterior podemos observar
claramente dos cosas:
- ·
La
decadencia e injusticia de un sistema absolutista
- ·
La
importancia de la participación en el ejercicio del poder
Lo primero como hemos mencionado anteriormente,
por las injusticias que se pueden derivar de la concentración del poder en una
sola persona que invariablemente tiende a juzgar las cosas sin poder poner de
lado sus intereses propios y deseos.
En segundo término y probablemente no tan evidente
como lo anterior, destaca en el pensamiento de Locke, la importancia de la
participación del individuo en el ejercicio del poder. Esto porque gracias a
que las personas ejercen el poder que tienen para exigir reparación, para
denunciar la injusticia, para dar dirección a las cuestiones que lo atañen
dentro de un estado, como la propiedad, el trabajo, la protección de las
garantías por mencionar algunos ejemplos obliga a que se involucre, esté al
pendiente y vele por los derechos propios en primera instancia pero que
necesariamente derivará en velar por los derechos de todos.
Hablar de igualdad implica hablar de trabajo
conjunto y de una búsqueda de igualar al menos en principio las relaciones
entre personas, esto requiere un esfuerzo, un acuerdo, un debate y una serie de
elementos que requieren un compromiso social y un trabajo colectivo que derive
en una legislación justa y compartida por todos los miembros de una comunidad.
El
liberalismo entonces no es un
proyecto terminado precisamente por lo anterior, porque teóricamente
basta con hablar de una repartición del poder, los derechos y las obligaciones
de manera que todos tengan la oportunidad de satisfacer sus necesidades y al
mismo tiempo se sientan seguros dentro de una convivencia segura y sana, al
menos socialmente hablando. Sin embargo la aplicación de dicho liberalismo
político implica la participación, el trabajo y el esfuerzo de todos en su
conjunto. Mientras la sociedad civil se mantenga apática y a la espera de que
el gobierno dictamine por sí solo condiciones legislativas más equitativas y
que beneficien a la mayoría, es probable que la transformación del aparato de
gobierno nunca se modifique.
Obviamente Locke, quien considera que la razón
debería ser la herramienta con la cual se configure un sistema de poder,
describe de manera razonable dicho proceso y parece ser bastante factible y
además necesario. Sin cuestionar lo necesario de dicho proceso si me pregunto
si en algún momento la sociedad ha tenido el grado de profundidad para
involucrarse a tal grado que sea capaz de ser motor de dichas transformaciones.
Supongo que en cada momento la sociedad civil
ha levantado la voz y también el gobierno, amparado en toda una maquinaria
moderna de instituciones, ha sabido dar respuesta, o por lo menos ha sabido
acallar el llamado de dicha sociedad civil.
Finalmente todo el discurso que plantea John
Locke en su Segundo Tratado sobre el gobierno, que no sólo describe lo
anterior, sino muchos otros aspectos importantes sobre los elementos que
conforman un estado y su gobierno, queda este llamado a la liberación y al
empoderamiento de los individuos pero no por medios violentos ni
revolucionarios, en términos de una acción reaccionaria e incendiaria, sino en
términos de consciencia ciudadana, de responsabilidad social, del desarrollo de
una voluntad conjunta que no le de pereza construirse a sí misma un gobierno
con las condiciones que deben favorecer a todos. Es un llamado a la consciencia
y a la acción ciudadana por medio de la participación.
Soy yo el único juez dentro de mi propia
conciencia, porque soy yo quien habrá de responder en el gran día al Juez
Supremo de todos los hombres.