Por: Octavio Colmenares
Enrique Rojas
en un esfuerzo por destacar, lo que a su juicio, son las razones por las cuales
nuestra sociedad se encuentra en decadencia y en la necesidad de actuar, de denunciar,
de modificar radicalmente el rumbo de las sociedades humanas es impostergable.
Sin embargo su visión psiquiátrica del ser humano y su separación de sí mismo
como ser humano, hace un estudio del hombre desde una óptica lejana, fría y
poco productiva.
Sin una
sólida argumentación, utiliza la retórica de manera excesiva y busca por medio
de ejemplos sensacionalistas infundir una visión de necesidad sin explorar los
problemas a fondo en sus raíces y causas.
“El
sufrimiento como forma suprema de aprendizaje”[1]
y “Sin normas estéticas, hace cualquier dirección válida” Demuestran visiones
no sólo conservadoras, sino en buena medida anti tolerantes y poco
progresistas. Desde una visión profundamente aristotélica afirma: “Ser hombre
es amar la verdad y la libertad”.
Hablar de
“formas supremas” me obliga a pensar en el bien supremo en el cual Aristóteles
basa toda su Ética Nicomaquea y su influencia queda marcada en todo lo que el
autor dice. Pensar en el sufrimiento como forma suprema de aprendizaje es el
reflejo de una visión punitiva del aprendizaje, ¿Por qué no el placer o el goce
podría ser la forma suprema de aprendizaje? ¿Porqué una persona que ha tenido
una experiencia maravillosa no tiene la capacidad de aprender de dicha
experiencia y cambiar su vida? Este entendimiento en sentido negativo de la
forma de aprendizaje, crea una distancia entre el autor y el hombre del cual
habla, y además, al que reprocha constantemente ser inhumano, o al menos, no
ser suficientemente humanista.
Desde la
óptica anterior Enrique Rojas desarrolla un perfil psicológico de un hombre o
sujeto, al cual llama nihilista fundamentado en 4 pilares que tienen como hilo
conductor el materialismo:
Hedonismo,
El
consumismo,
La
permisividad,
La
relatividad,
Dado que son
conceptos profundamente simples no tiene caso desarrollarlos, lo que si hace
sentido es explicar como el autor los relaciona, los desarrolla y los convierte
en la psicología de un hombre para finalmente ponerlo de frente contra el
problema moral.
Lo primero
que el autor señala al preámbulo de dicha explicación es: El exceso de
información y variedad de temas que están abiertos para los hombres y como
ellos tienen acceso a este gran número de tópicos y a su vez, el hombre los
adopta de forma únicamente superficial.
De manera
paralela el autor afirma que esta superficialidad genera un vacío moral.
Pero, ¿Cómo
se implica la superficialidad con el vacío moral? Un vacío moral como
consecuencia de tener demasiadas opciones para elegir suena incongruente. El
hecho de que existan un mayor número de opciones sólo posibilita el acceso a
cualquier opción que se desee y que a partir de una breve reflexión es posible
potencializar toda la información disponible en beneficio de cualquier persona.
Según el
autor este vacío se intenta llenar por medio del consumo.
Posteriormente
la tesis anterior sostiene que la permisividad hace que se acepte cualquier
cosa como dada y se deje de juzgar y de proponer, esto produce una indiferencia
en el hombre que le vuelve vulnerable al control.
Esto provoca
que todo se vuelva relativo, y sin motivo alguno el autor habla del relativismo
en términos de la absolutización de lo relativo. En todo su texto anterior y
obra previa no hay nada que justifica dicha relación. ¿Porqué si no se es relativista,
se es absolutista y vicervesa?
¿Por qué el
relativismo necesariamente implica la absolutización de lo relativo? Es una
idea inargumentada de Enrique Rojas.
Dicho todo lo
anterior, el hombre entiende su libertad en términos de sus posibilidades de
consumo creando la igualdad: consumo = libertad.
En un
esfuerzo por traducir a lo que el autor considera: “cosas concretas” se
menciona lo siguiente: El hombre no puede tener una vida conyugal estable, ni
asumir con dignidad cualquier tipo de compromiso serio”. Que en ningún lado
tiene nada de concreto.
Concluyendo
con este perfil psicológico Enrique Rojas afirma que la interacción de estos
pilares: partiendo del deseo inconmensurable del hombre por placer (hedonismo),
permite que todas las posibilidades puedan ser exploradas (permisividad), esto
lo lleva a un estado de revolución y necesidad de cambio constante (revolución
sin finalidad), le permite tener una visión en situación de todo lo que sucede
(relatividad) y la única manera como puede exteriorizar este proceso interno es
por medio del consumo (consumo = libertad).
Por las
palabras que utiliza el autor, podemos ver claramente el sesgo que está
colocando sobre el pensamiento humano, claramente los términos en paréntesis
podrían bien ser conceptos en sentido positivo y vistos desde una óptica
neutral serían las herramientas propias de los hombres para poder llenar ese
vacío moral, que Enrique Rojas propone parte de aquí esencialmente.
Obviamente
esta visión psiquiátrica obliga a mirar al hombre como un paciente, lo
deshumaniza para explicarlo por partes, pero además desde una visión enferma,
sin permitir que el cuerpo humano utilice sus propias herramientas para
curarse. Dota de todos los males que una personalidad puede arropar, pero
desproveyéndolo al mismo tiempo de todas las virtudes humanas que es imposible
en esencia no poseer. Interesante que plantee la formación humanística como
medio de sensibilización de los hombres, claramente debería empezar por sí
mismo.
El autor
defiende que este ser humano nace en el seno de una sociedad enferma y de una
cultura nihilista, y cita refiriéndose a la época de los grandes pensadores del
siglo XVIII: “Se ha demostrado que una de las grandes promesas de la libertad,
no era sino una tupida red en la cual el ser humano quedaba atrapado sin salida
posible”[2]
¿Quién lo ha demostrado? ¿En que se basa? ¿Existe alguna desambiguarían de la
expresión: “una tupida red”? Me parece únicamente un gesto retórico de una
persona desconectada de la actualidad, víctima del sesgo generacional y esa
patética nostalgia de pensar que los tiempos anteriores fueron “los buenos
tiempos”.
Cuando habla
del desarrollo del arte, gracias al flujo de información y la cantidad de
influencias que han podido confluir gracias a los avances tecnológicos dice lo
siguiente: “hemos llegado a un eclecticismo en donde cualquier dirección es
válida” ¿Qué es lo terrorífico de lo anterior? ¿Por qué la dependencia de un
único canon? Este tipo de pensamiento muestra profunda intolerancia, aversión a
la incertidumbre y miedo al cambio.
Además
continúa diciendo que esta tendencia sin explicar una relación fundamental,
conduce al materialismo, y este materialismo conduce a una decadencia moral.
Pero sí la moral la entendemos como la serie de normas no escritas que
prescriben el comportamiento general de un grupo de seres humanos, ¿Qué
relación existe entre el materialismo y la decadencia moral? Seguramente
existe, me gustaría que el autor la explicara de manera argumentada.
El hedonismo como motor del consumismo
“De la
revolución sin finalidad, llega el escepticismo y luego el individualismo
ultranza”[3]
De esta necesidad de placer que emana todo, como se llega al escepticismo y del
escepticismo al individualismo recalcitrante, una vez más no hay explicación de
nada.
Pues bien una
revolución sin finalidad, hace que cualquiera se canse, ¿De dónde se cree que
el ser humano seguirá avanzando sin sentido? Lo primero que sucede cuando se
pierde el impulso es detenerse. Segunda ley de la termodinámica. Entonces, un
ser detenido que lucha sin finalidad, ¿No cree en nada? Y si no cree en nada,
¿Porqué se movía en primera instancia? Y finalmente entonces como no cree en
nada se aísla en sus propias ideas y genera para si mismo una propia realidad,
esta idea no tiene procedencia directa del escepticismo, ¿Porqué el ser humano
escéptico debería aislarse? Qué no acaso: si es un ser sin rumbo, sin creencias
fijas y que además gusta de luchar sin finalidad, no le resultaría más sencillo
refugiarse en el colectivo, asociarse con los que igual que él están inmersos
en esta insaciedad y pasividad. Creer en un hombre que se segrega tendría fundamento
en un hombre como el Zaratustra de Nietzsche y no en el hombre light.
Permisividad padre natural del relativismo
“Estamos
frente a una ética de los fines o de la situación” Obviamente la ética es en
situación y por tanto no hay cosas buenas ni malas en sí. Hacer la homologación
de: Ética en situación y ética de los fines es malintencionado y peligroso.
No es lo
mismo aceptar como válido que todo acto para poder juzgarse como ético, debe
situarse en contexto y entonces deliberar sobre dicho acto, a; Aceptar como
válido que los fines puedan determinar si un acto es ético o no lo es. La
confusión anterior podría justificar la acción militar sobre la comunidad
estudiantil para poder tener las calles limpias para algún evento deportivo de
interés internacional.
“El
derrumbamiento axiológico produce vidas vacías”[4]
¿La construcción axiológica construye vidas plenas? Recurrir al fin de las
certezas autoritarias y axiológicas como origen del vacío moral que además
intenta fundamentar anteriormente en el materialismo y en el nihilismo la
cultura, no tiene fundamento alguno.
Un concepto de verdad simplista y autoritario
“Aspirar a la
verdad, es aspirar a lo mejor de nosotros mismos” Entender el pensamiento Nietzscheano
como nihilista y como hierático, no es más que una pobre interpretación que
hace Enrique Rojas de un esquema de pensamiento que pretende generar una ética personal
sin el sesgo de la moral europea cristiana del siglo XIX. Esta tendencia a
descalificar la idea de ruptura, consciencia y reflexión como “nihilismo” es
una malintencionada forma de explicar porqué lo que el dice debe ser
considerado como mejor, aunque no necesariamente lo argumenta mejor que
Nietzsche.
“El hombre
light, muestra curiosidad incesante pero sin brújula”[5]
El problema es que esta “brújula” el autor pretende sea hallada fuera del
hombre mismo, en vez de proponer una introspección que genere una idea crítica
de sí mismo, lo que propone es darle a este hombre una dirección. “La misión
del intelectual es guiar a la mayoría en busca de la verdad”[6]
¿Sí? Guiar, entendido como guía una brújula es una indicación que debe ser
entendida de forma cardinal, o uno u otro lado. Este miedo al relativismo
proviene de la idea que tiene Rojas, que ya existe un orden deseable y mejor
para todos los hombres y que son los intelectuales los que deberían conducir al
resto de los hombres a un camino distinto. Lo que no sé si no sabe o no se
percata es que ese es el principio de todas las instituciones de poder social
de la modernidad, pareciera ser que está abrigándose en el propio Hobbes al
proponer una nueva edición del contrato social.
El relativismo satanizado
“El prototipo
de hombre light, busca el absoluto” Y lo busca por medio del relativismo. Pero,
¿No el mismo autor está relativizando actitudes particulares del hombre light,
para llevarlas a definiciones absolutas? Si el hombre light compra cualquier
cosa, es en manifestación de su consumo = libertad y lo hace por ansiedad y
vacío. Las verdaderas motivaciones prácticas desaparecen para dejar a ese
hombre, deshumanizado, mecánico y analizado como una rata de laboratorio.
Entonces, Es a caso el autor el primer “hombre light” ¿Porqué este constante
satanización de la relatividad? ¿Qué necesidad de demostrar que las condiciones
no juegan un papel importante en cada situación?
El problema
de dichas sentencias, es que no se abren al dialogo, al comentario, a la
discusión, no relativizar no condena a absolutizar ni viceversa, entender los
extremos como las únicas soluciones posibles son una contradicción en sí mismo
para una persona que argumenta su tesis en principios aristotélicos. ¿Y el
punto medio?
Separar Libertad y Liberal como justificación de la coerción
Sin éxito, el
autor desdobla los conceptos de liberalidad, y permisividad y trata de hacerlos
ver como algo indeseable, sin realmente tener una sola razón válida para dicho
planteamiento. Dice que una tolerancia total no sería deseable, que abrir las
puertas de par en par a la libertad, debe entenderse de forma adecuada. O sea
que la libertad de puertas abiertas en sentido literal, ¿No es adecuada? Debe existir,
según Rojas lineamientos que coarten la libertad de las personas para que estas
se orienten a ciertos fines por sobre otros, ¿Cuáles fines y quién los
determina? Y bajo que premisas, eso no lo menciona el autor.
“Emergen interés
miniaturizados… se deslizan a una indiferencia relajada” esta descalificación a
la pluralidad es una triste manera de intolerancia, preferir un espectro de
posibilidades limitado por encima de la posibilidad de avocarse a cualquier
otra cosa que se desee, es claramente una forma de pasar por encima de los
deseos y derechos de las demás personas. Llamar secta a una religión sólo por
no ser la preferida se llama intolerancia.
Relativismo y Permisividad
“En tanto que
una respuesta muestra de una población a un tema planteado, es un error, por
que la verdad no proviene de lo que diga la mayoría, sino porque en sí mismo
algo resulta positivo o negativo” ¿Qué resulta positivo o negativo en sí mismo?
El relativismo no es un consenso de lo que diga la mayoría, entenderlo de esa
manera es equivoco y plantearlo es engañoso.
Mientras
estoy absolutamente de acuerdo que la verdad que proviene del consenso de una
muestra de población no es válida, tampoco creo que exista algo como bueno o
malo en sí mismo. Eso desprendería el contexto social y humano de las
situaciones y hacerlo abandona por completo el ámbito de la ética.
Sobre la sexualidad light
No existe
nada realmente profundo de dicho análisis, el autor vacía una serie de
opiniones anticuadas sobre cómo operan los individuos en términos de sus deseos
y comportamientos sexuales.
“La
pornografía es todo lo contrario a la sexualidad verdadera” una persona que
descalifica los conceptos desde una perspectiva absoluta, está condenada a
contradecirse en la praxis de la actualidad. El hecho de que algo no concuerde
con los conceptos personales no lo despoja de su condición de realidad y
verdad.
Sobre la palabra “Light”, la comodidad y el sentido de la muerte
Desgraciadamente
la necesidad del autor por hacer sonar sus premisas apremiantes, lo hace caer
una retórica, que si bien sus argumentos se caen a pedazos uno tras otro, dicha
retórica lo coloca en una posición de padre regañando a su hijo, mismo que
pierde todo valor objetivo.
En muchas
palabras y valiéndose de muchas particularidades para nombrar problemas
sociales complejos, el autor desglosa una serie de elementos además comunes y
satanizados en todas las épocas, los medios de comunicación como motor activo
de la permisividad y apatía de los seres humanos en una sociedad, las
relaciones superficiales que se llevan hoy en día, los sistema de producción
poco o nulamente sustentables, que nos arrastran a una situación de desperdicio
y sobre consumo, La carencia de valores en un sentido judeocristiano y sin
apego a la autoridad, la necesidad de solucionar en el corto plazo los
problemas complejos, hacen que el hombre salte de una solución sencilla a otra,
sin concentrarse en el resultado y saciando su necesidad de cambio con un
producto que lleve simplemente dicho nombre.
La comodidad
que produce vivir de manera superficial provoca que los seres humanos se vuelvan
lentamente menos hábiles para pensar y que con el tiempo pierdan casi por
completo su sentido crítico.
Sin embargo,
Rojas está más concentrado en explicar en términos prácticos, los hechos
particulares que parecen propiamente dicho, consecuencias lógicas de una
sociedad con dichas características, y que pensar en corregir dichas conductas
por medio de la coerción no hace más que tapar el problema esencial.
Este
rompimiento del que habla Enrique Rojas, “hay que hacer una llamada a la
capacidad oral y espiritual, si queremos sacar al hombre light de su estado
actual”[7]
es más bien un readoctrinamiento del hombre moderno en parámetros de una ética
aristotélica clásica.
En vez de
proponer un despertar, una consciencia, una profunda sensación de malestar que
conduce al hombre a pensar y tomar consciencia, por si mismo de su situación,
misma que lo obligue a modificar su conducta y a pensar en la necesidad de
buscar una mejor calidad de vida para todos los miembros de su comunidad,
entendiéndose como comunidad a todo el entorno. Más bien Rojas se cansa de
satanizar lo malo del ser humano y de enaltecer los valores como la verdad y el
bien en sí mismo, que no sólo no explica cómo alcanzarlos, sino que además
juzga a quien no los considera los bienes supremos.
La vida no se improvisa y la vida como problema
¿La vida no se improvisa? ¿Existe un manual sobre cómo
debe vivirse la vida? “Los psiquiatras sabemos la importancia del troquelado
familiar en la formación de la personalidad” la arrogancia con la que el autor
habla de los hombres como ratas de laboratorio y su ejemplo de ver la vida como
un problema explica en cierta medida porque dice todo lo que dice y a su vez
las formas que utiliza para plantearlo todo de esta forma.
El problema de ver por encima de la propia vida y
empezar a enlazarla desde un lugar que no existe, satanizando y santificando
conceptos de manera arbitraria, sólo con el afán de llegar a una tesis que como
bien dice Enrique Rojas es una denuncia, pero de su ignorancia, arrogancia y
falta de apertura ante la forma de desarrollarse de la sociedad.
Todos los seres humanos estamos inmersos en la
realidad y formamos parte de su presente y de su construcción. Entender la
sociedad actual como consecuencia únicamente del paso del tiempo y ver al ser
humano como una ficha de ajedrez que venido recorriendo el tablero a la
voluntad de una mente maestra es claramente deslindarse del problema.
Pues lo hombres no hemos llegado a estas instancias de
la sociedad por una cuestión fortuita, son todas las ideas de orden y progreso
desde el renacimiento hasta el siglo XIX las que han permitido que ciertos
grupos con base en ciertas ideas, ejerzan el poder y permitan cegar de manera
gradual y casi descarada al resto de la población.
Entonces no entiendo como citando a los griegos, santo
Tomás, Agustín, al mismo Hobbes y muchos más, pretenda generar una tesis nueva
y salvadora, si en manos de dichas tesis construimos nuestro presente.
La filosofía y
el hombre desde una perspectiva médica
Aunque el autor debió sentirse con plena autoridad,
para hacer una interpretación filosófica del hombre y de la sociedad desde los
ojos de un psiquiatra, es claro que no tiene claro lo que es una estructura
lógica, la importancia de verificar sus argumentos, cuidar la neutralidad
siempre que sus argumentos deberían ser en sí mismos pilares de sus ideas y no
la retórica tenga que venir a ensalzar la necesidad de hacer énfasis en algo,
lo único que se enfatiza es la falta de capacidad intelectual.
Paradójicamente Enrique Rojas habla de humanizar al
hombre, de instruirlo en las humanidades para que se haga consciente de su
condición de ser humano, de su poder y valor individual, de la importancia de
la vida por encima de los intereses materiales y políticos, pero en realidad el
juzga al hombre desde una visión clínica. A la primera oportunidad lo atrapa en
sentencias como, “La psiquiatría sabe que X lo determina Y” Robándoles a los
hombres la capacidad de autodeterminarse, de romper el esquema que sólo existe
en la mente del autor, y que generaliza y adopta una postura universal cuando
en realidad existen millones de parámetros que hacen de cada situación y cada
hombre único.
El patético intento de solucionar los problemas de una
sociedad, llena de diversas necesidades, plagadas de procesos históricos
diferentes, de tiempos, latitudes, culturas y necesidades todas distintas y tan
vibrantes a su propio ritmo, por medio de un intento de ética universal en el
que todos partiendo de ser “hombres light” deberíamos adoptar una consciencia
sobre una moral que coarte nuestra libertad con el fin de que todos podamos
gozar de una felicidad igualitaria, aparentemente en el sentido hobbesiano, en
donde el bien supremo sea la felicidad como un proyecto de vida, donde el amor
y el trabajo deban regir las condiciones por las cuales los hombres valen
dentro de una sociedad.
Si bien no explica como sobreviviríamos fuera del
materialismo y el consumismo, Rojas si propone que es aberrante y el motor de
nuestra permisividad, misma que nos lleva a volvernos escépticos al grado del
nihilismo, por lo que nos extinguiríamos como sociedad.
Este tipo de pensadores, son los que confunden y
convierten la ética y la moral, los valores y la importancia de la consciencia
en uno mismo, temas aburridos, triviales e inaccesibles al lector y al
estudiante común, porque en ningún momento el autor se esfuerza por hacer
consciencia sobre la importancia de pensar, la clave de la que necesariamente
debe partir toda pretensión ética, es del pensamiento de cada uno de los
individuos, cualquier cosa parecida, engañosa y maliciosa como este texto, sólo
será un intento fallido de imposición doctrinal.
[1] El hombre Light, Perfil
Psicológico. Ideal Aséptico pag. 18
[2] El hombre light, hedonismo y
permisividad pag. 21
[3] El hombre light, hedonismo y
permisividad pag. 24
[4] El hombre light, Revolución
sin finalidad y sin proyecto, pag. 24
[5] El hombre light, Verdad y
libertad Pag. 38
[6] El hombre light, Verdad y
Libertad, pag. 38
[7] Hombre Light, el regreso a
los valores. Pag. 163
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