miércoles, 12 de octubre de 2011

Instrucciones para idealizar a una mujer

Póngase cómodo, tome aire. Lo va a necesitar.

Mírela fijamente a los ojos, no por mucho tiempo... ella podría notar algo. Capture con delicadeza en su memoria el aroma que la rodea, siéntalo, recuerde en plenitud los tonos con los cuales la luz estaba sosteniéndola ese día frente a sus pequeños e impresionables ojos.

Enmarque el aire que se encuentre en el espacio suficientemente conmensurable al rededor de la situación, alrededor de tan bella primera vez. Desdibuje el resto de la habitación, baje el volumen de todas las voces, sonidos ambientales como: ambulancias, manifestaciones, vendedores ambulantes y perros maleducados, por lo menos a la mitad. Si la situación lo permite acompañe mentalmente dicho momento con una pieza de Mahler o Debussy... Puede ser algo más moderno pero advierto que el efecto a la larga se vuelve superficial.

No la mire todo el tiempo, pero no la pierda de vista. Debe ser el foco absoluto de toda su atención, toda capacidad creativa debe concentrarse en ella y en convertir de forma mágica todos sus pequeños recovecos en su nueva filosofía de vida. Deberá recordar cada ademán, cada gesto, cada sonrisa diferenciable y cada palabra, cada muletilla y hasta los errores sintácticos formarán exitosamente parte del bagaje maravilloso que hace nacer frente a sus ojos a una nueva diosa moderna.

Manténgase cerca, la mayor parte del tiempo posible, cree la mayor cantidad de vínculos y afinidades que le sean posibles, mienta un poco si es necesario, deje a un lado la timidez y láncese sin miedo a hablar, que probablemente no habrá oportunidad de revalorar la validez de dichos argumentos.

Hágala sonreír, indague lo más que pueda, sin caer en lo inapropiado, pregunte y conceda el asombro a cada instante, que esto alimentará como la leña seca a la hoguera, el ego de cualquier mujer, y esto puede ser lo único que puedo jactarme de estar absolutamente cierto.

Ante la mínima provocación acérquese, viva su perfume en vivo y de cerca, si le es posible estreche su mano, bésela en la mejilla o incluso abrácela, claro está, si la situación a sí lo permite. De lo contrario admire, invente cuanta cosa bella exista en si misma y conviene preguntar a quien muestre un indicio mínimo de interés con el fin de reafirmar los propios sentimientos. Si no hay nadie y momento tan importante le ha pillado sólo, no importa, que nadie se necesita más que vuestra disposición e imaginación.

En cuanto se haya ido, recuérdela. Hable de ella con quien le sea posible, escriba sobre ella, adapte todas las canciones que existen a su existencia, póngale flores al rededor, imagínela inmersa. Cada respiración imagine su perfume, hágalo más dulce, envuélvase en momentos mágicos que mezclen la memoria con la fantasía inmediata. Descúbrase a si mismo pensando en ella sin motivo y alégrese, escriba su nombre en el aire, cierre los ojos y traiga a su mente la más bella de todas sus sonrisas.

Antes de continuar quiero aclarar, algo que obvie por su simpleza, pero que no puedo permitir se escape del lector distraído como muchos de los que seguirán las presentes instrucciones por lo que recalco: "Cada que imagine a la mujer a idealizar, imagínela rodeada de flores y ángeles regordetes, mientras una suave voz similar a la de Adelle, le acompaña. Cada imagen mental que traiga de ella debe parecer una estatua perfecta esculpida a mano por 10,000 artistas juntos... hágala su emblema de la perfección."

Manténgala en su mente por, al menos, un par de horas y será imposible sacarla de su sistema por al menos 100 años.

Advertencia: Dichas instrucciones serán infalibles para al menos dos cosas: recordarla por siempre y perderle para siempre de la realidad.



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