No impulso. Impulsividad.
Esa decisión irreflexiva o casi irreflexiva que nos conduce a tomar acción, a movernos. Tomar impulso para llegar más lejos, o más alto, mejor dicho una expansión en todos sentidos, y aunque la descripción que explica a dicha decisión suena a algo trascendental, generalmente no lo es.
Lo que no sé aún si es trascendental o no, pero que me ocupa, es el paso del tiempo y su relación con la impulsividad.
El exceso o falta de la misma, nos conduce a fijarnos estilos de vida que guían nuestros destinos, o en términos generales, concretan nuestros planes a mediano y largo plazo.
Porqué indudablemente todos cumplen sus sueños al pie de la letra. Por grises, frustrados, terroríficos, mágicos, irreverentes o inmundos, que estos sean, al final la realización de la vida se circunscribe en la forma de vivirla.
Y esos sueños sólo los hacemos nosotros. Solos, con ayuda de nuestros pensamientos y nuestras relaciones imaginarias con: la sociedad, la cultura y en general con las personas que viven cerca de nosotros; imaginarias me refiero a las que nuestra percepción nos permite percibir, y que en general son las que dominan la formación de nuestra personalidad, configuran nuestros sentimientos y nos alegran o entristecen con lo que nuestros días cosechan a diario.
Entonces la gente se atrapa en sí misma, y creé que está atrapada por la vida misma, la sociedad, el capitalismo, el gobierno o una conspiración, pero no, todo está en sus pequeñas cabecitas.
Aquel demasiado impulsivo suele desbarrancarse con frecuencia, y el que carece de impulsividad por completo se vuelve de piedra. El que es demasiado impulsivo generalmente se arrepiente demasiado, o termina solo y orgulloso de si mismo, amargado en el peor de los casos. El que carece de impulsividad generalmente está frustrado, siempre esperando el momento para hacer algo, el mañana. Puede vivir muchos años, pues viven vidas cómodas y apacibles. Lo peor que les puede pasar es vivir muchos años y cada año anhelar haber hecho lo que nunca hicieron, deseando, viviendo en los sueños de otros, y lo mejor que les puede pasar es morir de manera inesperada, en algunos casos su ejemplo los santifica en la memoria colectiva por un tiempo.
El equilibrio y la sabiduría para responder atinadamente a los impulsos debe ser similar a sostener el universo sobre la palma de la mano.
jueves, 1 de marzo de 2012
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