El texto de Heidegger desarrolla la idea general de metafísica, en términos de la
metafísica occidental de la época. Utiliza como contenedor de dicha metafísica al
Cristianismo. En el marco del proceso que atravesó Europa durante la conquista
del cristianismo de todos los ámbitos de la vida de los hombres medievales, y
hasta el siglo XIX, cuando estas ideas metafísicas clásicas, comienzan a perder
terreno ante la arrasadora realidad física. La consciencia individual.
Según Heidegger, lo anterior lo
basa en:
1. en
el nihilismo,
2. la
filosofía de ser y tiempo,
3. la
metafísica occidental.
4. La
distinción entre lo sensible (aÞsyhtñn) y lo no-sensible (nohtñn).
La definición que abordamos para
comprender las siguientes proposiciones explica a La metafísica Occidental como: la verdad de lo ente en
cuanto tal en su totalidad.
“El propio Nietzsche interpreta metafísicamente la marcha de la
historia occidental, concretamente como surgimiento y despliegue del nihilismo.
Volver a pensar la metafísica de Nietzsche se convierte en una meditación sobre
la situación y el lugar del hombre actual, cuyo destino, en lo tocante a la
verdad, ha sido escasamente entendido todavía.”[1]
El papel de la historia, o
propiamente dicho, el concepto de metafísica a través de la historia fue
sufriendo importantes modificaciones a la luz de una realidad distinta, que se
valía así misma de sentido, de guía y de origen en sí mismo. Sin que esto
necesariamente fuera certero o verdadero en sentido estricto, esta ruptura
intelectual con lo metafísico, comenzó a manifestarse en el pensamiento de
Nietzsche:
“La meditación que intentamos hacer aquí precisa de un sencillo
paso previo, casi imperceptible, del pensar. Al pensar preparatorio le interesa
iluminar el terreno de juego dentro del que el propio ser podría volver a
inscribir al hombre en una relación originaria en lo tocante a su esencia. La
preparación es la esencia de tal pensar.”[2]
Para Heidegger es importantísimo
dejar claro que el pensamiento nietzscheano es “El pensar preparatorio” o
previo sobre el verdadero sentido que puede fundamentar: la pregunta del ser, y
así mismo estaría también en posibilidades de descubrirnos que es pensar.
“…la idea que dentro de la historia de Occidente, determinada
metafísicamente, se ha venido pronunciando siempre de forma no expresa. Antes
de apresurarnos a tomar una postura, debemos intentar pensar la frase «Dios ha
muerto» tal como está entendida. Por eso, haremos bien en evitar toda cuanta
opinión precipitada acude de inmediato a la mente al oír algo tan terrible.”[3]
La frase Dios ha muerto refleja
la insatisfacción actual que tiene el hombre con conceptos metafísicos que han
perdido impacto en la realidad, que al parecer están fundamentados en
cuestiones abstractas, subjetivas y delimitadas de formas incoherentes.
Nietzsche en dirección a la
construcción de su postura metafísica fundamental, en la Gaya Ciencia. Empieza
a desarrollar, como las antiguas certezas y los mismos conceptos que habían
formado una época en términos metafísicos; conceptos que daban sentido a lo que
es: la felicidad, el amor, Dios, los sueños, la ley moral, el poder, etc. Se
volvían borrosos ante los ojos de una sociedad primitivamente consciente y
participativa.
“El primer texto de
dicho libro (aforismo 343) está titulado: «Lo que pasa con nuestra alegre
serenidad». El pasaje comienza así: «El suceso más importante de los últimos
tiempos, que ‘Dios ha muerto’, que la fe en el dios cristiano ha perdido toda
credibilidad, comienza a arrojar sus primeras sombras sobre Europa.»”[4]
Perderíamos el verdadero valor de
las palabras de Nietzsche, si pensáramos que el término “Dios ha muerto” es
simplemente la afirmación de la muerte de un dios. El Dios cristiano, en la
frase de Nietzsche, designa al mundo suprasensible en general, es decir: La metafísica
occidental. La frase «Dios ha muerto» significa que el mundo suprasensible ha
perdido su fuerza efectiva.
“…la tarea de
interpretar qué quiere decir Nietzsche con nihilismo, con el fin de mostrar su
propia postura respecto a éste. Como, sin embargo, ese nombre se usa a menudo a
modo de lema y término provocador, y también muy a menudo como palabra
peyorativa y condenatoria, es necesario saber lo que significa.”[5]
Noción general de Nihilismo
Entender de manera superficial el
término “nihilismo” ha conducido a frecuentes errores por considerar las manifestaciones
de éste, sus causas; - Concretamente la meditación que reflexiona sobre lo que
ha ocurrido ya con la verdad del mundo suprasensible y su relación con la
esencia del hombre. - En palabras de Heidegger, es la mejor forma provisional de
entender el nihilismo.
“El cristianismo es,
para Nietzsche, la manifestación histórica, profana y política de la Iglesia y
su ansia de poder dentro de la configuración de la humanidad occidental y su
cultura moderna. El cristianismo en este sentido y la fe cristiana del Nuevo
Testamento, no son lo mismo. También una vida no cristiana puede afirmar el cristianismo
y usarlo como factor de poder, en la misma medida en que una vida cristiana no
necesita obligatoriamente del cristianismo.”[6]
La influencia del cristianismo en todo lo existente.
Es importante aclarar que:
Entendiendo al cristianismo como ente socio-político y motor económico e
ideológico de la época antigua, desde la edad media hasta finales del siglo
XIX, como etapa cumbre del poderío cristiano; su influencia en todo lo que
existía era innegable e inseparable. Nietzsche está consciente que las personas
no por ser, “no cristianas” carecían de los rasgos fundamentales que los
cristianos compartían entre si, en términos ideológicos y metafísicos.
El reclamo nietzscheano apunta
contra la somnolencia de los individuos, que despersonalizados y ausentes de sí
mismos, conducen sus vidas siguiendo paradigmas huecos y carentes de toda
credibilidad, una mediocridad injustificable y burda, un sopor del que parecen
estar afectados una gran parte de los seres humanos. Un cáncer de la sociedad
premoderna.
“La metafísica es el
espacio histórico en el que se convierte en destino el hecho de que el mundo
suprasensible, las ideas, Dios, la ley moral la autoridad de la razón, el
progreso, la felicidad de la mayoría la cultura y la civilización, pierdan su
fuerza constructiva y se anulen. Llamamos a esta caída esencial de lo
suprasensible su descomposición.”
Las visiones incompletas y/o
superficiales no permiten acceder al entendimiento del nihilismo, y confunde
sus manifestaciones con sus causas, como mencionamos anteriormente. Es esta
descomposición que menciona Heidegger de lo suprasensible, lo metafísico, la
que recae en el proceso que han atravesado como sociedad humana las
instituciones, y los seres humanos y que los ha dejado en un territorio
desolado, distante de ellos mismos y carente de sentido y esencia.
Con la previa noción provisional,
podemos acércanos con más elementos a la definición de Nihilismo en Nietzsche,
que es:
“Que los valores
supremos han perdido su valor”… “Esta respuesta está subrayada y acompañada de
la siguiente explicación: «Falta la meta, falta la respuesta al ‘porqué’».”[7]
Por tanto, debemos entender el Nihilismo
como un proceso histórico. El nihilismo como la destrucción de los viejos
valores y la construcción de los nuevos valores. Sin embargo sigue poniendo en
el mismo lugar metafísico los nuevos valores, nihilismo incompleto, según la
apreciación de Heidegger.
La importancia de los valores y el impacto de la filosofía de Nietzsche.
“Si Nietzsche cierra
su caracterización de la esencia del valor con la palabra devenir hay que
concluir que esa palabra final nos señala el ámbito fundamental al que
únicamente y en general pertenecen los valores y la instauración de valores.
«El devenir» es, para Nietzsche, « la voluntad de poder». La «voluntad de
poder»”[8]
Este reclamo expresado como “Dios
ha muerto” y el surgimiento del Nihilismo como un proceso restaurador del Ser,
implica el desarrollo de nuevos valores que proponen construirse desde el
interior de cada hombre. Es la voluntad de poder, la fuerza interna que le da a
los hombres, la esencia viva de las cosas, un equivalente al Dassein de
Heidegger; y como se refuerza en la siguiente frase:
“Por eso es por lo que
la frase de Nietzsche «Dios ha muerto» y su concepto del nihilismo sólo se
pueden pensar suficientemente a partir de la esencia de la voluntad de poder.”[9]
Para Nietzsche la voluntad de
poder es el motor de los hombres y lo que les impulsa, en una primera
instancia: a romper con la metafísica occidental tradicional, y por medio del
nihilismo transformar su sistema de creencias, que hasta ese momento había sido
impuesto por el cristianismo, por un sistema propio, independiente y puro en
cada uno de los hombres.
“«Donde encontré algo
vivo, encontré voluntad de poder; y hasta en la voluntad del siervo encontré la
voluntad de ser amo y señor».”[10]
La voluntad de poder como esencia
de todo en todo lo vivo, pero al mismo tiempo como potencia, como posibilidad,
como hecho por concretar.
La visión elitista Heideggeriana
Al parecer, no todos tienen la
capacidad de cobrar conciencia de su propia voluntad de poder, si bien en Nietzsche
es claro que todos la poseemos, en Heidegger parecer ser más claro, que en está
voluntad de poder se fundamenta el dominio y la supremacía del hombre más
fuerte.
La implicación de lo anterior, es
que el nuevo hombre, el que ha roto con la antigua suprasensibilidad, y que ha
forjado para sí mismo la nueva valorización de las cosas a partir del
rompimiento con lo vacuo de los conceptos metafísicos tradicionales, ahora
necesita proveerse a sí mismo de la protección que le brindaban los conceptos
cristianos, y al esta vez, no tener un Dios que haga las veces de salvador, el
hombre debe de proveerse su propia salvación; para Heidegger está es la nueva definición
de justicia.
“Al comienzo de la
Modernidad vuelve a despertar la cuestión acerca de cómo el hombre, en la
totalidad de lo ente, lo que equivale a decir, ante el fundamento más ente de
todo ente (Dios), puede ser y estar cierto de su propia permanencia y
estabilidad, esto es, de su salvación. Esta cuestión de la certeza de la
salvación es la cuestión de la justificación, es decir, de la justicia
(iustitia).”[12]
Esta “Transvaloración radical, El
transhombre de Nietzsche” en palabras de Heidegger, configura en sí toda la
nueva cadena de valores y de interacciones entre las personas, pero claramente
no como un acto consumado de consciencia colectiva y de desarrollo humano; sino
como la imposición de los nuevos valores a través de los hombres que supieron
allegarse del poder y que hicieron suya la instauración del nuevo sistema de
valores, de conceptos suprasensibles, de reglas que sirvieron para la continua
renovación de sus facultades directivas sobre la naciente sociedad moderna.
“El hombre antiguo se
llama antiguo en la metafísica de Nietzsche, porque si bien su esencia está
determinada por la voluntad de poder como rasgo fundamental de todo ente, él no
ha experimentado ni asumido la voluntad de poder como tal rasgo fundamental.”[13]
Asumir la voluntad de poder
Existe entonces un gran salto a
partir del pensamiento de Nietzsche y la ruptura con la antigua metafísica
occidental. El hombre que había vivido esperando la salvación en la fe
cristiana, comenzaba a vislumbrar que el cristianismo, era una institución que
regía y ordenaba las configuraciones sociales, moldeaba el pensamiento humano y
delimitaba la realidad, o al menos eso pretendía.
Nietzsche alza la voz y reclama
lo que todo hombre tiene por derecho a reclamar, la expresión de su voluntad,
la expresión de su voluntad, la conquista de sí mismo, de la vida, de vivir la
vida de sí mismo.
Heidegger por su parte crítica
que tras esta revolución del pensamiento, aún existen muchas personas que
falsamente se esconden dentro del nihilismo mal interpretado, con la intención
de no responsabilizarse sobre su acción e incidencia en la realidad; pero no
sólo eso, sino que se niegan el derecho a la conciencia, a la libertad y son
ellos quienes permiten que quienes si hacen uso de su voluntad, pasen por encima
de ellos, los controlen y les digan que hacer.
“Esta deliberada
ceguera furente al verdadero nihilismo, que sigue predominado, intenta
disculparse de este modo de su miedo a pensar. Pero ese miedo es el miedo al
miedo.”[14]
La voluntad de poder es entonces
lo vivo, lo que nos mueve y lo que nos hace conscientes. El no ser conscientes
nos convierte en esclavos.
[1] LA FRASE DE NIETZSCHE «DIOS HA MUERTO» Martin
Heidegger. Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte en HEIDEGGER, M., Caminos
de bosque, Madrid, 1996, pp. 190-240.URL: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/frase_nietzsche.htm
Recuperado: 20 de marzo 2012
[2] Idem.
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Idem.
[6] Idem.
[7] Idem.
[8] Idem.
[9] Idem.
[10] Idem.
[11] Idem.
[12] Idem.
[13] Idem.
[14] Idem.
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