martes, 10 de noviembre de 2009

El conflicto de la propiedad

Los hombres modernos tendemos a querer poseer todo lo que nos rodea. De alguna manera nos sentimos inferiores, desprotegidos y vacíos si no tenemos posesiones. Sin embargo estamos tan acostumbrados que ya buscamos poseer de una manera que parece casi natural. El problema de poseer es que implica un grado de responsabilidad que en algunos casos se prefiere compartir la posesión con otros y no por el deseo de ver que todos lo posean sino porque la responsabilidad sería invivíble, como sería ser dueño del aire y administrarlo, como el aficionado sería dueño del estadio, tal vez hasta con el mundo entero sería mejor compartirlo.

Así poseer se vuelve una carga que sin responsabilidad conduce a la avaricia, la miseria y la locura. Creer/Querer poseer a una persona nos orilla a tener miedo sobre todas las relaciones necesarias que establece con otros entes reales, imaginarios y demás seres humanos al grado de sentir celos y miedo a la perdida cada que esa persona entra en contacto con otros entes.

Una vez que aceptamos que nada pertenece a nadie en realidad, y que la posesión en sí, no es más que la idea de poseer, nos liberamos del yugo de vivir con la carga de otros seres humanos, en la medida que nos entendamos como parte de un todo de partes libres podremos disfrutar al máximo de todo y de todos con la plena confianza de que no perderemos jamás nada.

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