miércoles, 22 de diciembre de 2010

Hipnosis y Balas

con los ojos cerrados,
meciendome en el perfume interminable dulce y verdadero,
envuelto por las llamas calidas del ritmo continuo, pulsante y ardiente,
el tono profundo y femenino de tu voz y tu talento para cantar,
las voces de muchas guitarras tocando el mismo acorde clásico sin parar.

embistes tan fuerte mis oidos que transformas mi forma,
materialmente me vuelvo líneas ondulantes azules y purpura,
en un lienzo negro.

Soy confusión, soy anhelo, soy miedo,
impensable idea impersonal del tiempo, monotono.
Eso siento cuando te escucho,
me muero cuando te imagino,
soy luz que se escapa por todos lados y no puede contenerse.


Una voz tan familiar como la de un extraño deseado,
caminos tan distintos que cruzar que el mundo se vovlerá negro resplandeciente,
perdiendo más y más los pies y los brazos,
nadando entre los tambores, los platillos, el silencio absoluto del bosque.


No temas por mi muerte,
me escucho decir aterrado,
violines, abismos y gritos de auxilio,
desesperación y homocidios intelectuales,
feria de ideas con ametralladoras y solos de guitarras electrícas ardiendo en llamas.


Redoble del tambor llamando a los muchachos a morir,
fumandose el humo de sí mismos y de otras generaciones,
abrumado por el sonido intenso de la muerte,
envuelto en un profundo miedo a no morir.


El sufrimiento profundo y oscuro de tener que pensar sin cesar.


--


Hasta que vuelves con tu tono rosa intelectual,
y me desmaterializas y me dejas a salvo,
en otro plano existencial,
donde solo somos tú voz y yo.

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