lunes, 3 de agosto de 2009

Inconsolable

Y ahí me quedé inconsolable mirando al suelo, con la rodillas enterradas en el cesped artificial y deseando que la gloria no nos hubiera sido arrebatada.

Después de dejarlo todo en la cancha, y de sufrir por las carencias propias de la falta de ritmo, el equipo se desmebro lentamente en la cancha, mientras la furia y la fuerza de los que quedabamos seguiamos luchando por el triunfo.

La tensión estaba al borde, los nervios se anidaban en el estomago y los gritos no se oían desde el infierno que era la cancha. Un gol en tiempo extra liquidó de un sólo tiro los sueños de coronarnos, de cubrirnos el alma de gloria y los rostros de sonrisas.

Así frente a mis ojos se fue el campeonato. Así lentamente el trabajo de tantos meses se desmorono con mis propias lagrimas, pero no estamos muertos. Mañana nos espera la cancha y volveremos por lo que es nuestro.

1 comentario:

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