lunes, 17 de agosto de 2009

La medida del daño

Todos los seres humanos desde nuestro nacimiento infrigimos dolor a otros. Todo parece indicar que dentro de nuestra propia existencia está implicito el provocar repercusiones en otras personas. Sin embargo cual es la línea entre una sana convivencia "dañina" y un grado de agresión a un tercero. ¿Qué la define?, ¿Quién la regula?, ¿Se ecuentra en un constante estado cambiante o es absoluta?

No me queda claro aún que tan dueños somos de nuestras propias decisiones si al final afectamos y causamos a daños a otras personas, y que en algunos casos, están tan ligadas a nuestra propia vida que viendolo desde una posición están coartando nuestra libertad, pero desde otro ángulo nosotros estamos coartando su felicidad.

En el peor de los casos cuando termina esa interacción entre seres humanos, si es que va más allá de los hechos mismos. ¿Es esta interacción capaz de destruir por completo a un ser humano? ¿De quién es la culpa, de quien infrige en otros y de quien permite se trasgredido? Dudo que la responsabilidad sea de un sólo lado, pero también dudo que en todos los casos el origen sea necesariamente de ambos.

Es posible, muy posible de hecho, que una mente irregular, de pensamientos aleatorios, tenga la capacidad de sin ningún consenso o motivo aparente lleve a cabo actividades que resulten en conflictos para otras personas por simple y sencilla razón de su completo desvario.

Pareciera ser que la solución sería no confiar en la gente o mantenerse siempre a la suficiente distancia para evitar ser agredido por otro ser humano sin embargo el aislamiento y la falta de interacción afectiva con otros seres humanos, a la larga es más doloroso que el hecho de la "violenta" convivencia con otros seres humanos.

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